Te amo tanto... (enter)

El pase que le tiró el número cinco fue largo, pero Juan igual lo corrió. Llegó con lo justo, dominó el balón al lado de la línea y encaró para adentro. Cuando de un salto eliminó el guadañazo del defensor rival presintió que esa era la oportunidad de hacer el gol de su vida. Por eso mientras sus compañeros esperaban el centro en el área, el decidió jugársela solo. Con un amague dejó desairado al segundo defensor, con un sombrero dejó atrás al tercero y cuando el arquero salía a achicar se la clavó en un ángulo con un derechazo inatajable.
¡Qué golazo!
Sus compañeros corrieron a abrazarlo… las tribunas deliraban…

-Juan ¿qué estás haciendo? –le preguntó su hermano al escuchar sus gritos de lejos.
-Estoy jugando al fútbol –respondió Juan sin sacar la mano del mouse ni la vista del monitor.


“Estoy desesperado…Marcela y yo tenemos una relación desde hace 8 meses. Nos conocimos por facebook. Ella vive a 700 kilómetros en un pueblo llamado Calcuntapato. Al principio todo era maravilloso, habláramos por MSN todos los días, nos decíamos cosas bonitas y ella se mostraba muy enamorada. Yo la amo y se que ella me ama a mi también, pero en el último mes todo empezó a cambiar. Ya no se conectaba tanto como antes y si yo no le hablaba primero ella no lo hacia. Y ya no me dedicaba esos nicks románticos. La semana pasada me dijo que no estaba segura de lo que sentía, que estaba confundida, que prefería que fuésemos amigos…
Quiero recuperarla. Ella es la mujer de mi vida…por favor ayúdenme.
Claudio.”

Claudio quiere recuperar su relación. Claro que para Claudio recuperar su relación es como para mí recuperar mi Alfa Romeo. En la puta vida tuve un Alfa Romeo.

Claudio no tenía una relación, de la misma forma que Juan no estaba jugando al fútbol.

Jugar al fútbol es sentir como impacta el empeine sobre el cuero de la pelota, es rasparte con el pasto cuando te tirás a los pies, es intentar poner más fuerza que el otro cuando vas a trabar, es engañar al rival con un amague, es cubrirte las bolas cuando formás la barrera, es transpirar, cansarte…

Tener una relación es conocerse en miles de aspectos, mirarse, tocarse, acariciarse, tener la posibilidad de ver en el otro lo bueno y lo malo, elegirse día a día, decirse cosas al oído, cagarse mojando de la mano un día de lluvia, reírse juntos espontáneamente de algo que vieron sin mencionarlo, sentir celos del compañero que la miraba en la fiesta, hacerle cosquillas, pelear porque no le gusta que le hagan cosquillas, que se compre un corpiño pensando en calentarte, sacárselo y revolverlo a la mierda, cenar con sus padres, cenar con los tuyos…en definitiva, una relación es “compartir”. Compartir momentos, espacios, cuerpos, risas, llantos, experiencias, cosas…

Juan jugaba al “fútbol virtual”, porque tenía una necesidad de entretenerse. Esa necesidad de entretenerse hizo que por un momento se sintiera Maradona en México 86, pero la realidad indicaba que estaba en su habitación con un joystic en la mano.

Claudio tenía una “relación virtual” porque tenía la necesidad de querer y ser querido. Esa necesidad de querer y ser querido hizo que sintiera que tenía una novia, pero la realidad indicaba que solo tenía charla en la que se juraban amor eterno con una mujer a la que no veía, no tocaba y con la que no compartía nada.

Jugar al “fútbol virtual” no es jugar al fútbol de la misma manera que tener una “relación virtual” no es tener una relación.

¿Puede convertirse una relación virtual en una verdadera relación?
Sí, puede. Pero la práctica indica que rara vez funciona.
¿Por qué?

Porque las personas “reales” distan mucho de lo que son las personas “virtuales”.
Las personas virtuales no tienen mal aliento, no hablan con la boca llena, no te pegan, no te enterás si mientras chatea con vos están chateando con tres más, las podés apagar con solo oprimir una tecla, no pueden exigir nada, son como una promesa a futuro que tal vez se realizará en caso de que no aparezca nada mejor en el plano de lo real. Y fundamentalmente esas personas virtuales forman una imágen “idealizada” en la otra parte, que como no puede ser de otra manera, en algún momento se desvanece ante la aparición de otra imagen idealizada superior o de otra imagen real, tal vez menos ideal pero palpable, mirable y acariciable.

Juan…divertite con la compu, pero si querés jugar al fútbol ponete los cortos, juntá algunos amigos y pegale a la redonda.

Claudio…divertite con la compu, pero si querés tener una relación cambiá el teclado y el monitor por una mujer.